jueves, 12 de julio de 2012

el método del éxito


El método del éxito
Calderón con el trofeo durante la celebración en la Plaza de Callao
21/09/2011

Reproducimos el artículo escrito por el prestigioso periodista Juan Antonio Casanova y publicado en La Vanguardia y que relata perfectamente el funcionamiento del Área Deportiva de la FEB.

Juan Antonio Casanova. Periódico La vanguardia, edición del 20/9/2011


La FEB trabaja para que las victorias de los ‘chicos de oro’ continúen más allá del Mundial del 2014


UN RELEVO QUE ILUSIONA. 

Además de jugadores que están en la ACB, en la FEB se confía mucho en la generación del 93.

En 1994, en el Mundial canadiense, el baloncesto español sufrió el chinazo, la segunda gran decepción de su historia tras el angolazo de Barcelona’92.
 Después de aquel fiasco, el catalán Ángel Palmi fue nombrado director deportivo de la Federación Española (FEB), que presidía Ernesto Segura de Luna. 
Por aquel entonces, el pacense José Luis Sáez estaba al frente de la andaluza. 
En 1998 entró como vicepresidente en la Española y en el 2004 fue elegido presidente. 
Estos dos, Sáez y Palmi, son los personajes del cambio, los que –muy bien rodeados, para empezar, por la mejor generación de jugadores de la historia– han llevado al baloncesto español a la cumbre mundial. 
La selección absoluta, con cinco medallas en los últimos seis años, que incluyen oro europeo y mundial y plata olímpica, es el máximo exponente de un trabajo que este verano ha llevado al podio, con seis oros, a nueve selecciones españolas.
 Ningún otro país lo ha hecho con más de tres.

Manuel Vázquez Montalbán escribió en 1997 un artículo que Sáez y Palmi conservan celosamente y del que extrajeron un par de frases que les han servido de guía: 
“Los deportes de masas lo son porque construyen mitos y se alimentan de ellos.
 Para eso el baloncesto español necesita héroes con carne de cromo coleccionable”. Pronto iba a tenerlos. 
Eran aquellos chicos de oro que saltaron a la fama en 1999 cuando TVE retransmitió desde Lisboa los triunfos que les llevaron a lo más alto del podio en el Mundial júnior, como habían hecho, entre la indiferencia general, en el Europeo del año anterior.

Aquellos chavales, algo muy diferente a todo lo conocido, se convirtieron de inmediato en estrellas mediáticas por su descaro dentro de la pista y fuera de ella, pintadas de oro todas las cabelleras. 
Nueve de los trece jugadores que estuvieron en uno u otro campeonato (Calderón no pudo ir al Mundial por una lesión) llegarían en poco tiempo a la selección absoluta y ocho de ellos han conseguido con ella alguna medalla. 
Con siete, récord absoluto, encabezan la lista Juan Carlos Navarro y Felipe Reyes. Precisamente el azulgrana propició, con su exhibición personal, una de las anécdotas tras ganar el título cuando su mujer, Vanessa, telefoneó a sus hijas y estas le preguntaron: “Mamá, ¿dónde vamos a poner tantas copas en casa?”.

Navarro y Raül López fueron los primeros en debutar, en los JJ.OO. del 2000, pero fue al año siguiente, con el bronce europeo, sumados a ellos Pau y Felipe, cuando aquellos chicos de oro empezaron a convertirse en protagonistas en la selección y a impregnar al equipo un espíritu nuevo: la sensación de que eran capaces de ganar a cualquiera. 
“El jugador –afirma Palmi– es nuestro referente y el protagonista. 
La táctica está al servicio del jugador. 
Y éste es un grupo que siempre quiere estar unido del todo.
 En la victoria y en la derrota. 
Cuando la selección ha caído, todo el grupo se ha levantado junto”.

Las hazañas deportivas son conocidas. 
Pero, por encima de ellas, lo más importante, lo que marca más la diferencia entre esta selección y las demás, es que aquí siempre quieren estar todos, empezando por los que gozan de contratos multimillonarios en sus clubs. 

Ese espíritu que se trasplanta desde las selecciones absolutas a todas las categorías, masculinas y femeninas, es el mayor éxito del sistema. “El talento está o no, pero ese espíritu no falla y pasa de mayores a pequeños”, dice Palmi, que añade: “Cada año hay que volver a empezar”.

A cada jugador con posibilidades se le hace un seguimiento continuo a lo largo de la temporada y se efectúa un informe técnico, táctico y médico, así como de su capacidad competitiva. 
Y a cada uno se le marca un objetivo, pactado primero con el interesado y luego con su club. 
De los sub-16 para abajo hay un cuarto interlocutor, las federaciones autonómicas. 
La última novedad son los programas informáticos que permiten incorporar a esa ficha personal todos los movimientos que el jugador ha hecho en la pista durante un campeonato.

Los tutores de las promesas, divididas por posiciones, son destacados ex jugadores: Jaume Comas y Anna Junyer para los bases, Manolo Aller y Rosi Sánchez para los exteriores y Betty Cebrián y Juan Antonio Orenga para los interiores. 
En el mejor de los casos, aquellos chicos de oro, que llevan ya más de diez años en la selección absoluta, no seguirán más allá del Mundial del 2014, que organizará España. 
Claro que entonces los Marc Gasol, Rudy Fernández y no digamos Ricky Rubio e Ibaka todavía no habrán cumplido los 30 años.

Pero será necesario el relevo. ¿Quiénes serán los elegidos? Por lógica, hay que pensar en primer lugar en algunos jóvenes ya asentados en la ACB (Rabaseda, Aguilar, Pere Tomàs…) y en las estrellas de la sub-20 que ha ganado este verano el Europeo: Franch, Sastre y sobre todo Mirotic, el MVP, un segundo nacionalizado a quien la Federación desearía ver en el equipo grande al lado de Ibaka. 
Pero como grupo homogéneo, del que los técnicos confían en que la mitad pueda llegar a lo más alto, está el de los campeones europeos sub-18: los Abrines (MVP), Sanz, Díez Suárez…
 Una generación esta, la del 93, que podría estar casi a la altura de la del 80.

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