El
incremento de la maestría deportiva depende sobre todo de dos factores:
1.
el
aumento del potencial motriz del deportista y
2.
su
habilidad para aprovechar de manera eficaz ese potencial en entrenamientos y
competiciones.
Puesto
que con el aumento de la maestría el deportista saca cada vez mayor partido de
sus capacidades de trabajo, de forma natural, cualquier sucesivo progreso
dependerá cada vez en más medida de ese aumento de potencial (Y.
Verichosharisky, 1966, 1970, 1985).
De esta
manera, el aumento del potencial motriz y el perfeccionamiento de la capacidad
del deportista de aprovecharlo de forma plena y eficaz se presentan como la
constante básica del proceso de entrenamiento, y el grado de aprovechamiento de
sus posibilidades motrices como uno de los criterios para juzgar su eficacia
El
resto de cuestiones, sin duda alguna importantes que rodean el proceso de
entrenamiento, no son más que condicionantes y factores que contribuyen al
cumplimiento de esa constante básica.
Entre
ellas, la más importante es la potenciación del estímulo del entrenamiento en
el organismo que da lugar a un crecimiento exponencial de la curva relativa al
resultado deportivo.
Ello
demuestra que el aumento del potencial motriz del deportista y, por tanto, el
progreso de la maestría deportiva exigen un aumento constante del estímulo del
entrenamiento en el organismo.
El
potencial motriz del deportista se comprueba a través de sus capacidades
físicas y técnico-tácticas.
La
práctica deportiva exige que la preparación técnica y la táctica se presente
como una unidad de preparación (entiéndase, por su estrecha relación y
correspondencia).
En la
actividad deportiva observamos que, mientras la preparación técnica proporciona
los medios para efectuar los entrenamientos y competencias,
la preparación táctica asegura el buen empleo de
los mismos.
La
preparación técnica deportiva es la forma más efectiva de solucionar una tarea
motriz en correspondencia con las leyes mecánicas y biológicas, y también con
las reglas. Podemos señalar que el aspecto más específico del entrenamiento
deportivo lo constituye la preparación técnica.
Como
señalamos al inicio, las dos tareas
fundamentales de la preparación técnica son el desarrollo y estabilización de
los hábitos deportivos, y el perfeccionamiento variable de los hábitos
deportivos.
Con este
propósito es necesario que primeramente haya un elevado nivel de habilidades
motrices deportivas antes de hablar de hábitos motores.
Se
identifica como habilidad "La manifestación externa de la capacidad de
aprovechar los datos,
los conocimientos, los hábitos adquiridos, operar con ellos para la explicación
de las propiedades de las cosas y la resolución exitosa de determinadas tareas
teóricas o prácticas" (Romero, E, 2008)
Se
entiende por habilidades motrices deportivas son las propias de cada deporte,
que tienen como componentes estructurales las habilidades motrices
básicas.(Romero, E, 2008).
Las habilidades motrices deportivas no
existen fuera de cualquier acción concreta,
ejercicio o movimiento y siempre están enlazadas con las capacidades motoras
condicionales, coordinativas y cognoscitivas.
Según
Oliver Coronado (2004) los planos de intervención en su formación son:
·
Biomecánico,
relacionado con la preparación técnica;
·
el
bioenergético, relacionado con la preparación física; y
·
el
biorrelacional; relacionado con la preparación táctica
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