El
entrenamiento de la concentración
Un
aspecto primordial en la mejora de la concentración de los beisbolistas,
consiste en aceptar que ésta debe
entrenarse para llevarse a cabo desde
una aplicación práctica de los contenidos básicos entrenados con los jugadores, hasta el
terreno de juego. Este tipo de entrenamiento tendrá en cuenta el aumento
progresivo de la dificultad en función de los estímulos presentes en el
béisbol.
Cada
una de estas variables y de grados de dificultad que implican puede estar en la
base de los ejercicios que planteemos para la mejora y el entrenamiento de los
focos de atención externos, ya sean amplios o estrechos.
El
éxito del entrenamiento atencional que realicemos estará en función del
orden que establezcamos sobre las
situaciones del juego y su nivel progresivo de dificultad, nivel que podemos establecerlo fácilmente con la ayuda
y la colaboración de otros entrenadores. . Así por ejemplo, en el entrenamiento
del foco externo-amplio comenzaremos por pocos estímulos muy llamativos y por
poca movilidad de los mismos, a estímulos cada vez más similares a los del
propio juego con los movimientos y acciones características del mismo.
Merece la pena considerar también la importancia que
en el entrenamiento de la capacidad atencional tiene la toma de conciencia de
todas las variables, situaciones y acciones que un jugador puede encontrase en
el desarrollo de un partido de pelota. Un trabajo esencial es el de mostrar,
mediante el empleo de vídeos y la realización de reuniones, los estímulos
principales a los que debe prestar atención el jugador.
En
el caso de los focos internos el trabajo es también importante pero los
ubicaremos en los espacios de
recuperación que pueden producirse en un partido, aunque una parte importante
del trabajo que puede realizarse en este sentido lo veremos más adelante al
hablar del tema del control del pensamiento.
Por
otro lado, respecto al tiempo de mantenimiento de la atención, el trabajo debe
centrarse, en un primer momento, en las dificultades específicas que hayamos
encontrado en el jugador. Un jugador que está poco tiempo concentrado porque se
distrae en cuanto escucha que su entrenador le da instrucciones o le "grita por un error ", no es igual
que aquél que, sistemáticamente, a los quince minutos del juego se desentiende
del mismo y parece "como si no jugara".
Los pasos a seguir en esta
dimensión del control temporal de la atención o capacidad de concentración
estarían en función de su origen. Si este está en falta de hábito,
deberíamos estudiar y analizar bajo que condiciones entrena el jugador porque
si sólo se le exige una concentración mantenida durante poco tiempo, cabe
esperar entonces que en el momento de la competición también lo haga (lo que se
entrena o no se entrena se refleja en las competiciones). En este caso podría
proponerse un aumento constante de la concentración prolongada y de forma
eslabonada, de manera que se llegase a
analizar los aspectos funcionales
del juego y la participación de los jugadores.
Un
nuevo aspecto que debemos destacar por la importancia que tiene su
entrenamiento para la obtención de una buena capacidad de concentración, es la
rapidez en el cambio de foco atencional, que podemos entrenarla perfectamente
mediante el diseño de situaciones en las que manipulemos como variables
independientes los tipos de cambios entre los diferentes focos atencionales y
la rapidez en las que se realizan, de manera que estructuremos sesiones de
entrenamiento donde se produzcan situaciones que obliguen al cambio de foco
atencional y se pueda evaluar el resultado encontrado y la intención hacia el
juego.
Mediante la ayuda de
un simple cronómetro y del registro de los diferentes ejercicios de
entrenamiento, podemos ir analizando los niveles de mejora que se producen en
el rendimiento del jugador, estableciendo de esta manera el seguimiento
adecuado de su rendimiento en lo que a la rapidez de cambio de foco atencional
se refiere.
Consideraciones
finales
El entrenamiento de la capacidad
de concentración de los jugadores no debe ser, como ya hemos comentado, ajeno a
la realidad del entrenamiento deportivo del jugador, no lo es menos el interés
actual que existe por integrar el entrenamiento psicológico dentro de la
dinámica habitual del equipo para lo que, sin duda alguna, deberá llevarse a
cabo un tipo de trabajo grupal en el propio campo de entrenamiento que potencie
las capacidades psicológicas de nuestros jugadores, en donde se está integrando
el entrenamiento en habilidades psicológicas básicas, como la concentración, al
quehacer cotidiano de los jugadores. Este rol, mucho más cercano a la realidad
deportiva y a los beneficios beisbolisticos
que se pueden obtener del trabajo psicológico, abre nuevas vías de
investigación y entrenamiento que deberán ofrecer frutos numerosos sin
demasiada demora.
A pesar de la
importancia que le damos a la atención y a la concentración, importancia que
deducimos del gran número de veces que se utilizan estos términos, resulta
también evidente que se le dedica muy poco tiempo a su entrenamiento
específico: a)Tal vez porque son habilidades que ya deberían traer los
jugadores desde su casa; b) porque son
habilidades innatas y, por tanto, no se pueden aprender; o c) quizás porque los
propios estudiosos de estos temas apenas han abordado el entrenamiento de las
habilidades a las que denominamos atención y concentración, y menos aún, en los
practicantes del rey de los deportes.
Evaluación
Hasta
ahora, y tras intentar definir lo que entendemos por atención y concentración,
así como analizar aquellos aspectos que intervienen, nos resta hacer una
revisión de los procedimientos para evaluar dichos elementos, y es que como
proponen Guallar y Pons (1994), para poder ayudar a un deportista a entrenar su
capacidad de atención, con el objetivo de mejorar su rendimiento deportivo, es
necesario partir de una evaluación de su nivel atencional, es decir,
necesitamos saber si el deportista tiene o no una buena capacidad atencional.
No
obstante, y teniendo en cuenta que deberíamos atender a la evaluación de todos
los aspectos posibles, o sea, cuántos elementos atiende, dónde atiende, cuánto
tiempo y en qué dirección temporal, y dado que evaluar todo, resultaría muy
difícil, al menos a la vez, es por lo que debemos evaluar cuantos más aspectos
mejor.
Y
si además de tener que evaluar todos estos elementos, tenemos en cuenta que un
mismo beisbolista no siempre hace lo
mismo, es decir, va mejorando -o deteriorando- su capacidad atencional en según
qué momentos y según qué circunstancias, la evaluación que realicemos deberá
ser lo más continua posible. Todo ello sin olvidar que debemos evaluar no sólo
su estado -muy variable en función de muchas circunstancias posibles-, sino
también su estilo -es decir, su forma de atender más regular a lo largo del
tiempo.
Vemos
como la evaluación puede ser bastante compleja, a no ser que seleccionemos
algúnos de los aspectos posibles, para lo que deberemos definir, previamente,
un objetivo de la evaluación.
Hemos
distinguido diferentes procedimientos o formas de evaluación, en función de la
persona de la que proviene la información; así podemos distinguir:
Los
informes verbales que realiza el propio jugador, desde su propia perspectiva;
y...
los
informes que realizan otros que observan a esa persona, es decir, desde otro
punto de vista, y no sólo otro punto de vista psicológico, sino incluso físico,
pues poseen una perspectiva distinta.
Debemos
entender, como dice la sabiduría popular "que nada es verdad ni mentira,
sino que todo es según del color del cristal con que se mira", o dicho
de otro modo, dado que existen diferentes colores y pueden verse diferentes
gamas, cuantos más puntos de vista se tengan -, cuantos más ángulos-, mejor se
podrá evaluar el estado y la capacidad, y por tanto, mejor se podrá hacer
referencia a los aspectos a entrenar, según los diferentes problemas
encontrados.
Por
último, debemos mencionar que la clasificación que acabamos de exponer atiende
a la persona que realiza el informe, si bien es cierto que podríamos haber
clasificado los diversos métodos de evaluación en función de qué es lo que se
trata de medir; por ejemplo, la ejecución o acción del deportista observable
por otra persona (hacia dónde mira, cuánto tiempo atiende, etc.) o su
pensamiento, entendido como una acción no observable por los demás, y todo ello
entendiendo que el cuánto puede ser espacial o temporal y que la dirección
puede ser también espacial -hacia dónde- o temporal -hacia cuándo-.
Este
tipo de clasificación puede tener su utilidad, dado que lo que pienso puede
afectar a lo que hago y viceversa -es decir que pueden ser
interdependientes-.De hecho, pensar es lo conveniente sólo en ocasiones,
siéndolo en otras no pensar mucho (siempre y cuando estemos preparados y
capacitados para hacerlo automática y correctamente).
Informes verbales del propio sujeto
Hace
referencia al informe verbal que realizan los propios beisbolistas. Podemos
distinguir entre los informes:
Muy
estructurados; como serían, por ejemplo: los cuestionarios o test
estandarizados; y los. Menos estructurados; tales como las
entrevistas, más o menos formalizadas.
Evaluación de la eficacia de las acciones
Una cosa es evaluar cómo atienden los
jugadores en una situación concreta, es
decir, su forma de atender a dicha situación -aunque podemos evaluar también su
estilo, o forma regular en el tiempo-, y otra cosa es ver la eficacia de esa
forma de atender en un momento dado, según unos criterios de eficacia
previamente establecidos.
Debe
distinguirse la forma -técnica- en que, por ejemplo, realiza un toque de bola,
su eficiacia, su disposición, su concentración,
y su actitud ante el acierto o la falla de la jugada. Del resultado de
dicha acción -eficacia o no-, pudiéramos
analizar la técnica concreta del beisbolista para una jugada específica o su técnica, en
general, durante los juegos -y la
eficacia o no de su forma de jugar o estilo de juego. En este sentido podemos
evaluar no sólo la forma en que lo hace (la técnica atencional que emplea),
sino si la emplea adecuadamente a la situación del momento- o sea la táctica-,
pudiendo emplearse muchas técnicas posibles, según el momento.
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