miércoles, 15 de agosto de 2012

EL ENTRENAMIENTO DE LA CONCENTRACION


El entrenamiento de la concentración
  Un aspecto primordial en la mejora de la concentración de los beisbolistas, consiste en aceptar  que ésta debe entrenarse para  llevarse a cabo desde una aplicación práctica de los contenidos básicos  entrenados con los jugadores, hasta el terreno de juego. Este tipo de entrenamiento tendrá en cuenta el aumento progresivo de la dificultad en función de los estímulos presentes en el béisbol.
    Cada una de estas variables y de grados de dificultad que implican puede estar en la base de los ejercicios que planteemos para la mejora y el entrenamiento de los focos de atención externos, ya sean amplios o estrechos.
    El éxito del entrenamiento atencional que realicemos estará en función del orden  que establezcamos sobre las situaciones del juego y su nivel progresivo de dificultad, nivel que  podemos establecerlo fácilmente con la ayuda y la colaboración de otros entrenadores. . Así por ejemplo, en el entrenamiento del foco externo-amplio comenzaremos por pocos estímulos muy llamativos y por poca movilidad de los mismos, a estímulos cada vez más similares a los del propio juego con los movimientos y acciones características del mismo.
         Merece la pena considerar también la importancia que en el entrenamiento de la capacidad atencional tiene la toma de conciencia de todas las variables, situaciones y acciones que un jugador puede encontrase en el desarrollo de un partido de pelota. Un trabajo esencial es el de mostrar, mediante el empleo de vídeos y la realización de reuniones, los estímulos principales a los que debe prestar atención el jugador.


          

         En el caso de los focos internos el trabajo es también importante pero los ubicaremos  en los espacios de recuperación que pueden producirse en un partido, aunque una parte importante del trabajo que puede realizarse en este sentido lo veremos más adelante al hablar del tema del control del pensamiento.
         Por otro lado, respecto al tiempo de mantenimiento de la atención, el trabajo debe centrarse, en un primer momento, en las dificultades específicas que hayamos encontrado en el jugador. Un jugador que está poco tiempo concentrado porque se distrae en cuanto escucha que su entrenador le da instrucciones o le  "grita por un error ", no es igual que aquél que, sistemáticamente, a los quince minutos del juego se desentiende del mismo y parece "como si no jugara".
    Los pasos a seguir en esta dimensión del control temporal de la atención o capacidad de concentración estarían en función de su origen. Si este está en falta de hábito, deberíamos estudiar y analizar bajo que condiciones entrena el jugador porque si sólo se le exige una concentración mantenida durante poco tiempo, cabe esperar entonces que en el momento de la competición también lo haga (lo que se entrena o no se entrena se refleja en las competiciones). En este caso podría proponerse un aumento constante de la concentración prolongada y de forma eslabonada, de manera que se llegase a  analizar los aspectos  funcionales del  juego y la  participación de los jugadores.
         Un nuevo aspecto que debemos destacar por la importancia que tiene su entrenamiento para la obtención de una buena capacidad de concentración, es la rapidez en el cambio de foco atencional, que podemos entrenarla perfectamente mediante el diseño de situaciones en las que manipulemos como variables independientes los tipos de cambios entre los diferentes focos atencionales y la rapidez en las que se realizan, de manera que estructuremos sesiones de entrenamiento donde se produzcan situaciones que obliguen al cambio de foco atencional y se pueda evaluar el resultado encontrado y la intención hacia el juego.
     Mediante la ayuda de un simple cronómetro y del registro de los diferentes ejercicios de entrenamiento, podemos ir analizando los niveles de mejora que se producen en el rendimiento del jugador, estableciendo de esta manera el seguimiento adecuado de su rendimiento en lo que a la rapidez de cambio de foco atencional se refiere.
Consideraciones finales
    El entrenamiento de la capacidad de concentración de los jugadores no debe ser, como ya hemos comentado, ajeno a la realidad del entrenamiento deportivo del jugador, no lo es menos el interés actual que existe por integrar el entrenamiento psicológico dentro de la dinámica habitual del equipo para lo que, sin duda alguna, deberá llevarse a cabo un tipo de trabajo grupal en el propio campo de entrenamiento que potencie las capacidades psicológicas de nuestros jugadores, en donde se está integrando el entrenamiento en habilidades psicológicas básicas, como la concentración, al quehacer cotidiano de los jugadores. Este rol, mucho más cercano a la realidad deportiva y a los beneficios beisbolisticos  que se pueden obtener del trabajo psicológico, abre nuevas vías de investigación y entrenamiento que deberán ofrecer frutos numerosos sin demasiada demora.
         A  pesar de la importancia que le damos a la atención y a la concentración, importancia que deducimos del gran número de veces que se utilizan estos términos, resulta también evidente que se le dedica muy poco tiempo a su entrenamiento específico: a)Tal vez porque son habilidades que ya deberían traer los jugadores desde  su casa; b) porque son habilidades innatas y, por tanto, no se pueden aprender; o c) quizás porque los propios estudiosos de estos temas apenas han abordado el entrenamiento de las habilidades a las que denominamos atención y concentración, y menos aún, en los practicantes del rey de los deportes.

 Evaluación
    Hasta ahora, y tras intentar definir lo que entendemos por atención y concentración, así como analizar aquellos aspectos que intervienen, nos resta hacer una revisión de los procedimientos para evaluar dichos elementos, y es que como proponen Guallar y Pons (1994), para poder ayudar a un deportista a entrenar su capacidad de atención, con el objetivo de mejorar su rendimiento deportivo, es necesario partir de una evaluación de su nivel atencional, es decir, necesitamos saber si el deportista tiene o no una buena capacidad atencional.
    No obstante, y teniendo en cuenta que deberíamos atender a la evaluación de todos los aspectos posibles, o sea, cuántos elementos atiende, dónde atiende, cuánto tiempo y en qué dirección temporal, y dado que evaluar todo, resultaría muy difícil, al menos a la vez, es por lo que debemos evaluar cuantos más aspectos mejor.
    Y si además de tener que evaluar todos estos elementos, tenemos en cuenta que un mismo beisbolista  no siempre hace lo mismo, es decir, va mejorando -o deteriorando- su capacidad atencional en según qué momentos y según qué circunstancias, la evaluación que realicemos deberá ser lo más continua posible. Todo ello sin olvidar que debemos evaluar no sólo su estado -muy variable en función de muchas circunstancias posibles-, sino también su estilo -es decir, su forma de atender más regular a lo largo del tiempo.
    Vemos como la evaluación puede ser bastante compleja, a no ser que seleccionemos algúnos de los aspectos posibles, para lo que deberemos definir, previamente, un objetivo de la evaluación.
    Hemos distinguido diferentes procedimientos o formas de evaluación, en función de la persona de la que proviene la información; así podemos distinguir:
Los informes verbales que realiza el propio jugador, desde su propia perspectiva; y...
los informes que realizan otros que observan a esa persona, es decir, desde otro punto de vista, y no sólo otro punto de vista psicológico, sino incluso físico, pues poseen una perspectiva distinta.
    Debemos entender, como dice la sabiduría popular "que nada es verdad ni mentira, sino que todo es según del color del cristal con que se mira", o dicho de otro modo, dado que existen diferentes colores y pueden verse diferentes gamas, cuantos más puntos de vista se tengan -, cuantos más ángulos-, mejor se podrá evaluar el estado y la capacidad, y por tanto, mejor se podrá hacer referencia a los aspectos a entrenar, según los diferentes problemas encontrados.
    Por último, debemos mencionar que la clasificación que acabamos de exponer atiende a la persona que realiza el informe, si bien es cierto que podríamos haber clasificado los diversos métodos de evaluación en función de qué es lo que se trata de medir; por ejemplo, la ejecución o acción del deportista observable por otra persona (hacia dónde mira, cuánto tiempo atiende, etc.) o su pensamiento, entendido como una acción no observable por los demás, y todo ello entendiendo que el cuánto puede ser espacial o temporal y que la dirección puede ser también espacial -hacia dónde- o temporal -hacia cuándo-.
    Este tipo de clasificación puede tener su utilidad, dado que lo que pienso puede afectar a lo que hago y viceversa -es decir que pueden ser interdependientes-.De hecho, pensar es lo conveniente sólo en ocasiones, siéndolo en otras no pensar mucho (siempre y cuando estemos preparados y capacitados para hacerlo automática y correctamente).

Informes verbales del propio sujeto
    Hace referencia al informe verbal que realizan los propios beisbolistas. Podemos distinguir entre los informes:
Muy estructurados; como serían, por ejemplo: los cuestionarios o test estandarizados; y los. Menos estructurados; tales como las entrevistas, más o menos formalizadas.

 Evaluación de la eficacia de las acciones
         Una cosa es evaluar cómo atienden los jugadores  en una situación concreta, es decir, su forma de atender a dicha situación -aunque podemos evaluar también su estilo, o forma regular en el tiempo-, y otra cosa es ver la eficacia de esa forma de atender en un momento dado, según unos criterios de eficacia previamente establecidos.
    Debe distinguirse la forma -técnica- en que, por ejemplo, realiza un toque de bola, su eficiacia, su disposición, su concentración,  y su actitud ante el acierto o la falla de la jugada. Del resultado de dicha acción -eficacia o no-, pudiéramos  analizar la técnica concreta del beisbolista  para una jugada específica o su técnica, en general, durante los juegos  -y la eficacia o no de su forma de jugar o estilo de juego. En este sentido podemos evaluar no sólo la forma en que lo hace (la técnica atencional que emplea), sino si la emplea adecuadamente a la situación del momento- o sea la táctica-, pudiendo emplearse muchas técnicas posibles, según el momento.






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